"Adnán me había prometido llevarme aquella misma tarde a ver Yamid, un amigo que me leería el destino en el poso que el café deja en la taza. O sea que cuando Teresa y yo volvimos a su casa, ya estaba él esperándonos para salir. Teresa se quedó a preparar sus clases y él bajó conmigo a la calle y tomamos un taxi.
Cuando logramos salir del atolladero del centro nos metimos por la avenida Bagdad desde donde entramos en el barrio cristiano, nos apeamos en la plazoleta Al Itiyad junto a BabTuma y nos acercamos caminando a la peluquería donde Yamid trabajaba. Pero Yamid no estaba. Estará en su casa, nos dijo otro peluquero, en la ciudad antigua.
El barrio estaba muy animado, eran las siete de la tarde y en la calle no cabía una persona más, lo que no impedía que siguieran circulan do a marcha de hormiga los coches que se abrían paso con el sonsonete rítmico de sus bocinas. Parecía un día de fiesta. Había pocas ujeres con pañuelo, pero las había, musulmanas que habían venido a comprar, porque las tiendas, resplandecientes, abiertas y animadas, tienen fama de ser las mejores del país. Los chicos, de dos en dos de tres en tres, paseaban cogidos de la mano saludando a los amigos y deteniéndose a charlar. Y las mujeres con mujeres también, aunque fueran cristianas, con el cabello al aire, largo, encrespado y rizado, y a veces incluso con tejanos.
Las peluquerías cierran los lunes porque son las unicas tiendas que están abiertas los viernes, me dijo Adnán, y para que la gente lo sepa dejan el tendedero para secar las toallas en la puerta. Los viernes cierran los musulmanes, los judíos cierran los sábados, los domingos cierran los crisitanos, los lunes los peluqieros, los martes los museos, los miércoles cierran los de Homs, una especie de lepe sirio que carga con todas las bromas y chises, y los jueves cierran los drusos y se casan los musulmanes que han tomado de los franceses, y éstos de los ingleses, la ruidosa costumbre de formar una caravana tras los novios pitando desaforados como si los impresionantes ornamentos de flores no fueran suficiente para llamar la atención. Las floristerías exhiben en la calle modelos especiales de combinaciones florales para los coches y gigantescos ramos para regalar no sólo a los novios sino a todo el mundo, una especie de mastodónticas cestas radiales de rosas colocadas con orden [...]."
REGÀS:
Viaje a la luz del chamhttp://docs.google.com/Doc?id=dhj37b72_14wrtjvqg3
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